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La cara ‘chic’ de El Rastro

El mercadillo callejero más famoso de la ciudad, famoso por sus objetos usados, sus muebles viejos y sus cachivaches, se convierte hoy también en el sitio donde encontrar las mejores piezas de diseño. Que se lo pregunten si no al director de cine Pedro Almodóvar….

Durante siglos, desde que las aceras de su Ribera de Curtidores, su avenida principal, empezaron a convertirse a mediados del siglo XVIII en un zoco para vender todo tipo de objetos usados, el Rastro ha cambiado poco. O había cambiado poco. Seguía siendo ese gran mercado callejero al aire libre de Madrid, en esa tierra de nadie entre los barrios de Lavapiés y La Latina, en esa zona que hoy se conoce directamente como el Rastro, aunque no sea domingo (cuando se celebra) aunque no haya puestos, aunque los madrileños no lo abarroten rastreando entre sus tenderetes y apaciguando la sed de cañas a la hora del aperitivo en los bares. Allí, durante un cuarto de milenio, no ha dejado de haber chamarileros, chatarreros, buhoneros y mercachifles. Todas esas palabras casi en extinción, tan de Madrid, con las que se definía a esos vendedores ambulantes de muebles viejos, de relojes y cámaras de fotos antiguos, de todos esos objetos sacados de los baúles del tiempo.

Hoy sigue habiéndolos y continúan formando la esencia del mercado, pero durante los últimos años se ha transformado en parte. Las tiendas de anticuarios han sido siempre uno de los pilares del Rastro. No sólo las de antigüedades reconocidas, sino también las almonedas, que se transformaban en almacenes casi imposibles de transitar donde se exhibían y vendían con regateo, acordando el precio entre vendedor y consumidor, centenares de muebles viejos de segunda mano. Hoy, esos locales estrechos, atiborrados y envueltos en polvo conviven con otros donde reina el orden y la luz y donde se exhiben, ya sí, las etiquetas de los precios de sus productos. Locales que reciben al visitante con pegatinas en sus puertas que muestran que han sido reconocidos por su calidad por las mejores revistas de diseño.

Objetos vintage y diseño de los 50

El Transformista (www.eltransformista.com) es uno de los pioneros del barrio. Muebles y objetos del siglo XX, de segunda mano, escogidos con criterio y exhibidos en un espacio por el que han pasado incluso directores de cine como Pedro Almodóvar buscando piezas para los decorados de sus películas. Así sucede también en IKB 191 (www.ikb191.es), antiguo LA Studio, un amplio local de más de 700 metros cuadrados en la calle Arganzuela que ofrece hoy un gran catálogo de piezas de diseño internacional del siglo XX. Taburetes y lámparas Memphis, muebles industriales o piezas de diseño italiano de los años 50 son algunos de los artículos que no suelen faltar en su colección. Aires vintage para una tienda que ofrece al recorrerla casi un viaje en el tiempo.

Más reducido pero igual de interesante resulta La Recova (www.larecova.es), proyecto que nació hace ya casi una década con la vocación, como cuentan sus responsables, de acercar al público mobiliario y piezas de decoración de los años 50 y 60. Piezas sin autoría reconocida pero plagadas del encanto y de los mejores trazos de esas décadas doradas del diseño. La Recova abrió en pleno Rastro, en la plaza General Vara del Rey, una de las zonas históricas de las almonedas, precisamente para que conviviera con esa propuesta más histórica y castiza. Para que ambas se complementaran.

Y para quienes busquen artículos más concretos aún, fantasías aún más especializadas, han abierto durante estos últimos años también locales como La Brocanterie (www.labrocanterie.es), para un público de alto poder adquisitivo, mezcla variopinta de estilos retro, art decó y muebles industriales muy seleccionados. En La Brocanterie son especialistas además en localizar y conseguir muebles y objetos que el cliente pueda estar buscando. En La Oficial Cerámica (www.laoficialceramica.com) se han especializado en la cerámica portuguesa, artículos únicos para ese público que busca las piezas más especiales para sus casas o para hacer un regalo diferente. Y en Tailak (www.tailak.com) lo han hecho en alfombras y tapices que evocan a la Ruta de la Seda, porque de hecho desde allí, desde Oriente, de Asia Central, vienen los artículos que venden.

Pero más allá de estas propuestas, un ejemplo de la nueva cara que el ya mítico Rastro de Madrid ofrece, no se puede olvidar que este sigue siendo ese mercadillo que se recorre a pie, callejeando durante horas. Ese lugar en el que descubrir, como exploradores, en sus puestos y sus tiendas, sus secretos, sus cachivaches, sus chollos o sus piezas de colección.