Ruta de compras por Madrid
El viaje comienza frente a la fuente de la diosa Cibeles, la patrona pagana y oficiosa de los madrileños.
El viaje comienza frente a la fuente de la diosa Cibeles, la patrona pagana y oficiosa de los madrileños. Hay que tomarse un momento para inspirarse con el espacio abierto y vivo de la monumental plaza al arrancar el día. Junto al palacio que sirve de sede a la Casa de América, con su exquisito jardín secreto, está la antigua sede de Correos, hoy Ayuntamiento de Madrid. En las alturas de su terraza acristalada hay una cafetería en la que desayunar y contemplar el cruce de caminos simbólico desde el que se entra en lo mejor de Madrid. El Retiro y el exclusivo barrio de Salamanca; el Paseo del Prado y los museos que custodian las Meninas o el Gernika; la vía que conduce al Madrid de los negocios; y la que se adentra en el la decimonónica Gran Vía, la zona de los comercios inmensos como templos que lleva también hacia las calles vivificantes de Chueca y Malasaña.
Día 1. El Madrid emergente y bohemio
Nos despedimos de Cibeles para adentrarnos en el Madrid más histórico y emergente. Subimos por la calle Alcalá para encontrarnos con la Gran Vía y recorrerla en busca de dos de los barrios más bohemios de la ciudad: Chueca y Malasaña. Pero aquí, como en el poema de Cavafis con ítaca, no todo se trata del destino, sino del viaje. Gran Vía es zona de tiendas, donde compran miles de madrileños y el de los visitantes de otras provincias que llegan a la capital. En Gran Vía encontramos las grandes supericies de compañías como Primark, Zara o H&M, pero también lugares en los que refugiarse de las multitudes de la calle, como el Hotel de Las Letras (Gran Via, 11) o el Room Mate Óscar (Plaza de Pedro Zerolo, 12), ambos con dos de la mejores terrazas de la ciudad desde la que disfrutar de un café o un cóctel, según lo que nos pida el cuerpo, antes de seguir camino.
Así llegaremos a Chueca. Este barrio es famoso por haber sido durante décadas el barrio gay de la capital y de hecho todavía lo sigue siendo. Así se ve en muchos de sus bares y también en algunas de sus tiendas, que merecen una visita, como la librería Berkana (Calle Hortaleza, 62), especializada en literatura y ensayos de temas homosexuales. Un buen paseo por el barrio debe llevarnos a conocer Hola Guille (Pelayo, 43), la cerámica decorativa que hace el diseñador Guille García-Hoz en su tienda-estudio. También a sorprendernos con la lencería artesana de Le Bratelier (Pelayo, 48), en la acera de enfrente, o la tiendas de camisetas modernas de El Tintero (Gravina, 5) y la de gafas de sol Toscana (Hortaleza, 70).
Chueca no es solo barrio de tiendas. Es también uno de los epicentros de bares y restaurantes en Madrid y uno de los mejores lugares donde reponer fuerzas antes de continuar la ruta. Una visita al barrio obliga a parar a tomar un vermú, una de las bebidas más castizas de Madrid, en la taberna Ángel Sierra, en la misma plaza de Chueca, todo un viaje al pasado a uno de los bares con más solera de la ciudad. Pero también a recorrer el moderno Mercado de San Antón (Calle Augusto Figueroa, 24), donde además de comprar los mejores productos gourmet de la gastronomía española se puede también degustarlos en su planta superior con terraza. Los más sibaritas tienen a su diposición Lobsterie (Calle de Gravinia, 17), una de las propuestas más sugerentes del barrio, con una carta especializada en mariscos y el toque moderno del barrio para prepararlos y servirlos, a poder ser, acompañados de un buen champán.
Tras la visita a Chueca nos adentramos en la peatonal calle de Fuencarral, que se ha convertido con los años en una de las zonas de compras preferidas por aquellos que huyen de las grandes superficies y prefieren las tiendas más pequeñas. Este es un lugar perfecto para conocer las propuestas de marcas españolas ya de prestigio pero no tan grandes como Zara o Mango. En Fuencarral están los locales de firmas como eseOese, de ropa femenina, El Ganso, o de dos de los diseñadores españoles más conocidos internacionalmente: Custo y Adolfo Domingúnez.
Fuencarral es la frontera que separa los barrios de Chueca y Malasaña. Y atravesarla nos permitirá llegar así al segundo. Si Chueca es conocida por ser el barrio gay de la ciudad, Malasaña, habitual zona de marcha nocturna durante años, se ha convertido hoy en el Soho de Madrid. Aquí abundan los restaurantes y los bares, desde los más modernos, como el Ojalá (Plaza del Rastrillo) hasta los más antiguos, como La Ardosa (Calle de Colón, 13). Pero también las tiendas de ropa y complementos vintage, que son iconos del barrio. Son numerosas las que encontramos en calles como Espíritu Santo o Velarde, pero merecen parada especial Magpie (Velarde, 3), donde tienen incluso vestidos de novias y joyas, y Williamsbourgh (Velarde, 4), donde presumen de haber tenido como clienta a la actriz Sarah Jessica Parker. La protagonista de Sexo en Nueva York pasó por esta tienda durante su última visita a la ciudad, y después también por el taller del artesano Javier S. Medina (Calle El Escorial, 28), donde con el mimbre como producto estrella elabora desde esculturas hasta espejos.
Malasaña nos gustará tanto que probablemente querremos llevarnos un recuerdo del barrio. Podremos hacerlo en Amor de barrio (calle de San Andrés, 12), una pequeña boutique de regalos inspirados en las calles de Malasaña. Después, para celebrar el día, y como fin de ruta, nada mejor que tomarse una cerveza artesanal única del barrio, como las que fabrican y sirven en la Fábrica Maravillas (Calle de Valverde, 29) o acudir a disfrutar del espectáculo flamenco que todos los días programa el Teatro Flamenco (calle del Pez, 10), el único teatro de flamenco que existe en Madrid.
Día 2. Un Madrid de reyes
La Puerta de Alcalá, construida a finales del siglo XVIII por orden del monarca Carlos III, que representa una de las cinco antiguas puertas reales de entrada a la villa de Madrid, no solo es uno de los monumentos más queridos por los madrileños. También sigue siendo una puerta de entrada, en este caso, para nosotros, a nuestra ruta de compras por la ciudad.
Pero empezaremos el día lejos de las tiendas y del asfalto. Junto al monumento está el parque de El Retiro, un oasis en la urbe, un pulmón verde en el centro de Madrid. Podemos recorrerlo a pie, en un patinete eléctrico o bicicleta como los que pueden alquilarse por horas e incluso en barca, si queremos recorrer su estanque interno en una de las barcas de remos, que también pueden rentarse. Los fines de semana, el paseo se anima además con titiririteros, magos y músicos callejeros que ofrecen sus pequeños espectáculos en los paseos principales del parque.
Desde El Retiro, como si fuéramos Felipe V, el rey para el que se construyó el recinto como paraiso privado en el siglo XVII, saldremos con aire aristocrático para adentrarnos en el barrio más elegante y señorial de Madrid, el de Salamanca, donde sus calles en cuadrícula no solo son las más caras de la capital, sino que también se han convertido con los años en la zona de tiendas más lujosa y exquisita de la misma. Así, se conoce como la Milla de Oro a la calle Serrano, la avenida que vertebra el barrio de las boutiques de lujo, pero no se limita a esta. En total es un kilómetro cuadrado, que forman tanto Serrano como las calles Castelló, Velázquez, Jorge Juan, Príncipe de Vergara y José Ortega Gasset, donde podemos encontrar las principales referencias de la moda internacional. Aquí, en tiendas como Louis Vuitton, Chanel o Gucci o joyerías como Cartier o Tiffany’s, no resulta sorprendente encontrarse con alguno de los personajes famosos que visitan la ciudad o que viven en ella, desde los jugadores del Real Madrid a la reina Letizia.
Pero no se trata solo de esas firmas internacionales. De hecho, la tienda favorita de la reina de España en el barrio no tiene nombre extranjero, sino español. Es la de Felipe Varela (Calle de José Ortega y Gasset, 30), el diseñador español por el que apostó para vestirla desde que era princesa. Y él no es el único diseñador español que tiene su boutique en esta zona. Aquí también podemos encontrar las propuestas de algunos de los más famosos de la moda española, como el reconocido internacionalmente Manolo Blahnik (Calle Serrano, 58), cuyos zapatos son ya icónicos; las divertidas y coloridas creaciones de Agatha Ruiz de la Prada (calle Serrano, 27); o el clasicismo atemporal de Roberto Verino (Calle Serrano, 33). En la misma calle Serrano encontramos también otro de los emblemas de la moda española, aunque hoy pertenezca al holding francés del lujo LVMH de Louis Vuitton: Loewe (Serrano, 34). Los complementos y accesorios de esta firma de marroquinería siguen siendo de los productos más cotizados tanto por los españoles como por los visitantes extranjeros. Y en la misma avenida está la tienda estrella de Zara (Serrano, 23), siete plantas de flagship store donde han comprado, entre otras, ilustres de la alta sociedad como la monegasca Carlota Casiraghi.
Antes de continuar la ruta de compras merece una parada especial la Biblioteca Nacional (Paseo de Recoletos, 20), edificio histórico del siglo XVIII que podemos recorrer por fuera y por dentro de sus instalaciones, que albergan históricas ediciones en castellano y continuas exposiciones. Desde allí, además, podemos iniciar la subida por la calle Jorge Juan, que se ha convertido durante la última década en un referente de moda, sobre todo de la masculina. Decenas ya de boutiques entre las que hallamos Scalpers, Barbour, Hackett o Vilebreguin, pero también las tiendas de diseñadores españoles como Angel Schlesser. Esta calle es el sitio perfecto para acabar el día. Podremos hacerlo en uno de los restaurantes más de moda de la ciudad: Amazónico. Club nocturno y restaurante con ciclos de música en directo, desde la salsa al jazz, donde ver y dejarse ver entre la alta socidad española. O si preferimos algo más íntimo y especial, nada mejor que disfrutar del jazz y el flamenco que cada jueves y viernes programan en el club AC Recoletos Jazz (calle de Recoletos, 18). Apenas medio centenar de localidades para el club de música en directo más exquisito de la ciudad. Lo mejor para terminar el día sintiéndonos, como lo empezamos, como reyes.
Día 3. El Madrid más castizo
Hay un Madrid al que se llega como si viajáramos en una máquina del tiempo. Es el Madrid más tradicional y artístico. El Madrid arquitectónico de la dinastía de los Austrias y el Madrid cuya ruta preside el Museo del Prado (Paseo del prado), la pinacoteca por excelencia no solo de la ciudad sino de España. Un día por este Madrid puede comenzar precisamente ahí, en el museo que exhibe las grandes obras de los mejores pintores españolas, como Goya o Velázquez, o en alguno de los otros dos museos que forman junto al Prado, que celebra en 2019 su bicentenario, el triángulo del arte de la capital: el Museo Thyssen-Bornemisza (Paseo del Prado, 8) y el museo de arte moderno Reina Sofía (calle de Santa Isabel, 52).
Tras recorrerlos podremos adentrarnos en es Madrid más castizo y auténtico subiendo por la carrera de San Jerónimo, donde nos encontraremos el Congreso de los Diputados, el Parlamento español, o por la calle Atocha. En el recorrido atravesaremos el conocido como Barrio de las Letras. Aquí ya encontraremos algunos de esos establecimientos que venden, sobre todo, tradición, porque ofrecen productos de toda la vida, como si Madrid no hubiera cambiado en cien años. Lo hacen en Casa Mira (Carrera de San Jerónimo, 30), donde la especialidad es el turrón, un ladrillo dulce hecho tradicionalmente de avellanas y que se toma en todos los hogares españoles durante la Navidad, en Don Flamenco (calle Santa Isabel, 7), especializado en zapatos para el baile flamenco, en Casa Pajuelo (calle de Atocha, 95), una de las tiendas más dulces de la ciudad porque solo trabaja el género de la miel, en El Jardín de Ángel (calle de las Huertas, 2), floristería y tienda de decoración, o en Licores Cabello (calle Echegaray, 19), local centenario donde adquirir vinos y licores. El primer sábado de cada mes el barrio vibra aún más, porque se celebra el mercado de las Ranas y los comercios sacan a las aceras su género para convertir estas calles con nombres de escritor en un animado mercado callejero.
La ruta continúa hacia la Puerta del Sol, corazón geográfico del país, porque aquí está el kilómetro cero del que parten las principales carreteras que recorren España. Una placa, perfecto spot para los aficionados a dejar constancia de sus viajes en Instagram, lo recuerda a pie de calle. Desde aquí, por las calles Mayor o Arenal caminaremos al encuentro de la Plaza Mayor. Toda esta zona merece un largo paseo para perderse por su calles y sus tiendas hasta la zona de Ópera del Teatro Real. Este es el Madrid más antiguo y nos lo recuerdan sus tiendas. Es territorio de lutieres de guitarras flamencas, como Felipe Conde (calle Arrieta, 4), cuyas guitarras han tocado durante años los mejores músicos de este arte único español: desde Pepe Habichuela al desaparecido Paco de Lucía. O de Mariano Conde (calle de la Amnistía, 1), heredero también del mismo taller, que tiene el suyo propio en esa pequeña galaxia musical del barrio de Ópera. En Fermín (calle Aduana, 27), la sastrería que creó Fermín López y hoy dirige Antonio López, llevan más de medio siglo vistiendo a los mejores toreros. Por allí han pasado mitos como Antoñete, Curro Romero o Rafael de Paula buscando sus bordados y eligiendo entre los más de 50 colores de su catálogo y entre el oro, la plata o el azabache la combinación que lucir en sus tardes de gloria. Más fácil de vestir que los trajes de toreros son la capas de Capas Seseña (De la Cruz, 23), la única tienda del mundo que solo vende esta prenda que aún se usa en eventos formales y tradicionales y que fue uno de los elementos más comunes del vestuario español durante siglos. En Casa de Diego (Mesonero Romanos, 4) empezaron a vender sus abanicos hace 200 años y hoy los siguen teniendo de todos los materiales, formas y colores. Como en Casa Yustas (Plaza Mayor 30), que lleva desde 1886 vendiendo sombreros de todo tipo, desde boinas españolas y francesas a rústicas gorras de campo o elegantes tocados femeninos que resisten el paso del tiempo.
Llegados hasta aquí, después de tanto viaje en el tlempo, necesitaremos hacer parada y fonda, como se decía antiguamente. Reponer fuerzas. Y estaremos de suerte porque esta es una de las mejores zonas de Madrid para tomar vinos y tapas. Además de las tradicionales calles de la Cava Alta y la Cava Baja, ambas dedicadas exclusivamente a la restauración, donde nos costará elegir en qué local entrar, un buen sitio para hacerlo es el Mercado de San Miguel (Plaza de San Miguel), antiguo mercado de alimentación convertido hoy en espacio gourmet donde poder probar lo mejor de la cocina española en los diferentes puestos de este emblemático y centenario edificio madrileño.
Si después de todo esto aún nos quedan fuerzas, podemos continua camino hacia la plaza de España para seguir por la calle Princesa, zona comercial también de pequeñas tiendas y franquicias, hasta alcanzar, como se llega a los oasis en los desiertos, el parque del Oeste (Paseo del Pintor Rosales). Así, subidos a una de las cabinas de su teleférico, mientras atardece sobre Madrid, sentiremos aún más, viendo lo recorrido a nuestros pies, que hemos viajado en el tiempo.